Mucho se habla de las bellezas naturales que la tierra otorga al hombre, y entre esas bellezas el Caribe es uno de los tesoros envidiables del continente americano. Pero a las virtudes naturales se les suma en las Bahamas un emprendimiento faraónico que solo puede imaginar la mente humana: 56 hectáreas de instalaciones acuáticas, 13 piscinas y un río artificial que atraviesa la playa entre colosales estructuras, para empezar. Y para seguir, la réplica de una pirámide maya que se interna en túneles plagados de tiburones; una reserva donde se nada con delfines; playas vírgenes; hoteles; un centro de compras boutique y restaurantes que componen un recorrido culinario por cartas de diferentes países.
La moderna estructura edilicia del complejo se levanta frente al Caribe.
AGUA DE VIDA Primero hay que llegar a la Atlantis Paradise Island, un enorme complejo turístico que incluye entre sus recientes inauguraciones el nuevo Hotel Atlantis Bahamas. La perla del complejo es Aquaventure, un parque acuático que permitiría vivir varios días en relación con el agua y sus criaturas. Se trata de una serie de estructuras –como el armado de grandes rastis– que se conjugan unas con otras hasta organizar un amplio y articulado complejo. Están sus 13 piscinas de agua dulce, una de ellas con más de dos millones de litros, cascadas y rocas. Sigue la Torre Coral, réplica de una pirámide maya cuyo altísimo tobogán se clava en un túnel transparente que atraviesa, mediante tubos, una laguna llena de tiburones.
La adrenalina sigue aumentando en la Torre de Poder, que conduce al Abismo, caída vertical y oscura hacia una cascada. Neumáticos impulsados por chorros violentos como los de las clásicas montañas rusas, y un sistema de canales que generan olas de altura completan la diversión de ese tramo.
“Cuando diseñamos Aquaventure, la premisa para los mejores diseñadores y técnicos que contratamos fue la de elaborar un parque acuático único. Creo que las personas sienten una atracción natural por el agua, y qué mejor que conjugarla con los mejores servicios”, afirma George Markantonis, director ejecutivo de Kerzner International Bahamas, desarrolladora de emprendimientos a nivel mundial, recordada entre otras cosas por Sun City, esa suerte de Las Vegas en medio de la sabana africana.
Lo cierto es que quienes se hospedan en Atlantis pueden apreciar cada mañana un ambiente marino en este acuario al aire libre de 14 lagunas. Entre las más destacadas están Paraíso y Ruinas, donde viven 250 especies, como rayas gigantes, pirañas, barracudas y tiburones. Aquí los huéspedes pueden aprender los secretos de su alimentación y hábitos, o incluso elegir la inolvidable experiencia de nadar con delfines.
Exóticos edificios en el parque temático y acuático Atlantis.
LA LEYENDA Y LOS CHICOSTodo lo que rodea el mito de la ciudad sumergida está presente en The Dig, reconstrucción de las ruinas de la ¿perdida? Atlántida. El sitio contiene pasillos y túneles con vistas submarinas de ruinas, e incluso laboratorios, tecnología y jeroglíficos de la misteriosa civilización. Cerca hay una zona de recreo acuático para chicos, con mallas y puentes de soga para trepar, cañones de agua, fuentes y ruedas giratorias.
Aventuras de Niños de Atlántida es una serie de juegos al aire libre, con la propuesta adicional de tomar clases de cocina, teatro o arte electrónico junto a guías expertos. Esto último es una novedad, ya que presenta por medio de paredes táctiles –con mesas y pisos que proporcionan respuestas– la vida de peces y otras criaturas. Una sala de lectura y construcciones de Lego completan un mundo de aprendizaje para los más chicos, por fuera de los entretenimientos de playa y pileta. También hay actividad acuática en Neptune’s Water Toys: botes de pedal, kayaks y bicicletas acuáticas para alquilar. Para los adolescentes está el Club Rush, con Play Station, música, Internet y películas en DVD.
Aquaventure es una de las atracciones centrales de la visita a Atlantis.
MUNDO SUBACUATICO Cosas de la vida: producto del brutal desparramo ocasionado por el huracán Katrina, Atlantis vio llegar 16 delfines a sus costas, que de a poco se fueron recuperando y adaptando a su entorno. Hoy viven en el centro de rescate y rehabilitación de las Bahamas. En el lugar hay especialistas en cada actividad y en la interacción entre huéspedes y delfines: así, en Dolphin Cay se forman grupos de unas diez personas, en sesiones de 30 a 90 minutos, con la posibilidad de ser “entrenador por un día” durante seis horas. En las instalaciones también hay un grupo de leones marinos salvados del huracán, y otras especies cercanas que insertan todo el tiempo al visitante en los misterios del mundo subacuático.
Las playas de arena blanca y aguas transparentes, tibias todo el año, son otra razón para extender la jornada hasta bien entrada la tarde. Ya sobre la noche, y habiendo disfrutado del gran parque acuático, las playas, el buceo, el spa, el golf y la palestra gigante para alpinistas, llega el momento de los restaurantes multinacionales, la disco y el casino. Antes del regreso, vale hacer un alto en el legendario Café Martinique, lanzado a la fama en 1965, cuando se filmaron escenas de Thunderball, con el James Bond de 1965
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